ESTANDAR
Reconozco y analizo la interacción permanente entre el espacio geográfico y el ser humano y evalúo críticamente los avances y limitaciones de esta relación.
COMPONENTE
Relaciones con la historia y las culturas
Relaciones espaciales y ambientales
Relaciones ético-políticas
INDICADOR DE DESEMPEÑO
Establezco comparaciones entre organizaciones e ideologías económicas y políticas pasadas y presentes, para sacar conclusiones sobre el impacto en el desarrollo de la sociedad a nivel mundial.
METODOLOGÍA/ SECUENCIA DIDÁCTICA
- Unidad didáctica
UNIDAD 1: EL ANTIGUO CONTINENTE SIGLOS XVIII y XIX
- Propósito
Que los estudiantes comprendan el contexto de Asia y de qué manera se distribuyeron este continente entre países desarrollados.
- Desarrollo cognitivo instruccional
Copia en tu cuaderno la siguiente información:
Mapa conceptual de las principales características del continente de Asia en el siglo XX:
Contexto:
En los siglos XVIII y XIX, la situación interna de los países asiáticos en general era conflictiva pero sostenible. Durante este periodo, las sublevaciones de tipo feudal en India eran tan comunes como las revueltas campesinas en China sin embrago se necesitaba una presión externa suficientemente fuerte que provocara cambios radicales. Esa fue la intervención imperial de las naciones occidentales que saco, forzosamente a los países asiáticos de su largo siglo.
Exploración y colonización
Las grandes exploraciones que se realizaron en los continentes africano y asiático por parte de los europeos, con el fin de descubrir las riquezas minerales y los recursos fluviales que poseen, se constituyen en el preludio de los procesos de invasión y colonización de sus territorios y pueblos. Obviamente, durante la época marcada por el imperialismo europeo en estas zonas “periféricas”, no cabía ninguna posibilidad de afianzar las riquezas de las diversidades culturales de estos pueblos que habitualmente terminaban siendo despreciados como “salvajes” o de “salvajismo”; lo que justificaba la necesidad europea de civilizar y educar a estas “tribus” africanas y asiáticas. Pues, de todos modos, lo que más importaba era alimentar la codicia europea para la exploración de los recursos naturales, y así, abrir paso a la explotación y el dominio.
Se observa que desde el siglo XVI, el movimiento exploratorio ya había comenzado decisivamente en Asia con los portugueses, aunque se precisa que dos años antes (en 1498), Vasco da Gama había abordado la Inda (en Calicut) después de haber realizado la circunnavegación de África. Además de los portugueses que ocuparon territorios como Goa, Malaca, las costas de Ceilán e Insulindia, también estuvieron los holandeses en la isla de Java por ejemplo, igual que los ingleses que, en el siglo XVII, dominaron Madrás, Bombay, Bengala, Carnata, entre otros. El afán por ocupar los territorios asiáticos por parte de los europeos era tan fuerte que ocurrieron desencuentros internos y que desembocaron, por ejemplo, en el choque entre ingleses y franceses establecidos en Pondichéry (1674) y en Chandernagor (1686). En este contexto del imperialismo europeo en Asia, los británicos orientaron sus miras hacia China, debilitada por la decadencia de la dinastía manchú, después del reino del emperador K’ien-lung (1736-1796).
La excusa que tuvo Gran Bretaña para declarar una guerra contra China era la renuencia de China a admitir la importación del opio, cultivado en la India y comercializado por la compañía británica de las Indias Orientales, que también era la administradora de la India. Pues, con el fin de obligar al gobierno de Pekín, que había rechazado y prohibido el comercio del opio en los territorios chinos, a aceptar la importación del opio, Gran Bretaña declaró la guerra a China; lo que fue denominada “Guerra del Opio” (1839-1842). Esta guerra terminó cuando la Corona británica envió una flota de guerra que finalmente derrotó a China, obligándola así a firmar el Tratado de Nanking. Por medio de este tratado, se obligó a China de disponer sus cinco puertos (de los cuales se destaca el de la provincia de Canton) al comercio del opio en el marco del libre comercio con Inglaterra. Además, Inglaterra terminó 43 apoderándose de la isla de Hong Kong que China tuvo que ceder. En definitiva, no cabe duda que este conflicto y su resolución a favor de la potencia imperialista británica facilitó la incursión de otras potencias como Estados Unidos, Francia y Rusia en el escenario. Estas potencias forzaron a China a firmar diversos convenios, generalmente denominados Tratados Desiguales. En consecuencia, China tuvo que consentir la apertura de varios otros puertos (más de una decena) entre los años 1843 y en 1860 al servicio del comercio exterior y a favor de las potencias imperialistas europeas.
Es aquí donde vale la pena hacer una anotación sobre el imperialismo ruso en la región asiática, teniendo en cuenta que la restauración del imperio de las Indias a favor de Gran Bretaña en Asia Meridional (siglos XVII-XIX) tuvo también como contrapesos la expansión del imperio ruso en Asia septentrional o boreal, sin desinteresarse de Asia Central , aunque esta expansión rusa o más bien concebida como “prolongación rusa” ya había iniciado en el siglo XVI con la conquista de Siberia donde los conquistadores rusos construyeron fuertes a lo largo de los ríos situados en lugares estratégicos como Tiumén, Albazin, Tobolsk, Tomsk, Ojotsk, Eniseisk, Yakutsk, e Irkutsk.
A manera de síntesis comparativa de esta parte relacionada con la exploración y colonización de ambos continentes, se observa que el periodo de exploración en Asia es anterior al de África en la medida que las exploraciones en Asia habían iniciado en el siglo XVI, mientras que las que se realizan en África remontan al siglo XVIII, exceptuando la de Vasco de Gama, quien ya había pasado por las costas de Cabo Verde, Mozambique, Mombasa y Cabo de Buena Esperanza en 1497, después del pionero Bartolomeo Días (1486), antes de alcanzar la India en 1498. Así mismo, se evidencia el hecho de que las exploraciones europeas en África se justificaban en parte, por la necesidad de los europeos de buscar rutas marítimas para el comercio con las Indias; lo que acotaría la travesía hacia Asia. Aparte de esta diferencia en términos de la periodicidad o historicidad del imperialismo europeo en ambas regiones, se registra el hecho de que los protagonistas imperialistas son los mismos en estos espacios dominados, en la medida que se refieren principalmente a potencias europeas como Gran Bretaña, Estados Unidos, Alemania, Portugal, Holanda y Francia; a excepción de Rusia que no tuvo ninguna ambición imperialista en África, pero en Asia sí.